“Las cosas no cambian, somos nosotros los que cambiamos.” Henry David Thoreau
Según Anthony Robbins, casi todas las personas deseamos cambiar:
2) Nuestros comportamientos
1º -Tenemos que creer: “Algo tiene que cambiar”. No que “debería” o que “podría” cambiar, sino que tiene que cambiar absolutamente. A menudo oigo decir a la gente: “debería perder peso”, “mis relaciones deberían ser mejores”. Pero sabemos muy bien que podemos cargarnos con todos los “debería” del mundo sin haber cambiado nada en nuestra vida. El proceso de hacer realmente lo necesario para cambiar la calidad de nuestra vida sólo se inicia con un imperativo “tengo que”.
2º -No sólo tenemos que creer que las cosas tienen que cambiar, sino que tenemos que creer: “Tengo que cambiarlo”. Tenemos que vernos como la fuente del cambio. En caso contrario, siempre andaremos buscando a alguien que efectúe el cambio por nosotros, y siempre encontraremos a alguien a quien echarle la culpa si no funciona. Tenemos que ser la fuente de nuestro propio cambio para que este sea perdurable.
3º -Tenemos que creer: “Puedo cambiarlo”. La mayoría de las personas vincula inconscientemente mucho dolor con la idea de ser capaces de producir un cambio con rapidez. Por un lado, deseamos cambiar rápidamente, mientras que, por el otro, nuestra programación cultural nos enseña que el cambio rápido puede significar que nunca existió el problema; que nos estábamos engañando o que éramos perezosos.
Debemos adoptar la creencia de que podemos cambiar en un momento. Al fin y al cabo si somos capaces de crear un problema en un momento, también deberíamos ser capaces de resolverlo con la misma rapidez. Habitualmente, lo que a la gente le cuesta cierto tiempo es el prepararse para el cambio.
Sin estas tres creencias esenciales, cualquier cambio corre el riesgo de ser sólo temporal.
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